sábado 27 abril, 2024

“UNIDAD, ORGANIZACIÓN Y LUCHA”

A 48 años del golpe cívico-eclesiástico militar, y en un contexto por demás complejo por el intento del gobierno del presidente de ultraderecha, Javier Milei, de reivindicar la dictadura y reflotar la teoría de los dos demonios, Revista Fixiones conversó con María del Carmen Verdú, titular de CORREPI, una organización que lucha en contra de la represión y por los derechos humanos en su más amplio sentido. 

 

Por Malena Costamana Demare. l Fotos: Colectivo Manifiesto

 

María del Carmen Verdú habla sin pausas. Tiene la voz gruesa, clara y segura de quien ha pasado una vida arengando los micrófonos en movilizaciones sociales. Es abogada militante –indisoluble, sin conjunción– y fundadora de CORREPI, Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional. “La negra”, “Verdú”, reflexiona junto a Fixiones sobre el vínculo entre la lucha contra la represión actual y la reivindicación de la memoria este 24 de marzo. “El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”, dice. Habla de las formas más y menos visibles de la represión, del desafío histórico que plantea el gobierno de Javier Milei para las juventudes, donde los derechos humanos “quedan en el lugar del enemigo”. CORREPI obliga a recordar que la violencia no es cosa del pasado. Hoy más que nunca cuando, como dice Verdú, “hay una ruptura del consenso social al que trabajosamente habíamos llegado”.

 

– ¿Qué lugar ocupa la memoria en CORREPI? 

 

Es muy simple, está ese dicho famoso de “el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”. Sucede en todos los procesos sociales, si no aprendemos de las lecciones del pasado difícilmente podamos entender el presente, planificar hacia el futuro. Fundamentalmente cuando nos encontramos en una Argentina donde cotidianamente se vuelve sobre los proyectos de impunidad de los genocidas y de los represores del terrorismo de Estado, para de esa manera fundamental y justificar la represión actual. Tenés una vicepresidenta que milita el negacionismo, que ha dedicado su vida y ha surgido a la política desde allí. Marchando contra la promoción de las causas, oponiéndose a la nulidad de los indultos, a la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia de vida. Por el contrario, se apoya en la dictadura para promover la represión que hoy vivimos a diario. 

 

– En este contexto, ¿cuál es el rol de la organización? 

 

CORREPI es una organización antirrepresiva que tiene más de treinta años. Entendemos que la represión es una herramienta destinada a garantizar el control y disciplinamiento social a través de dos vertientes: por un lado, esa represión difusa que se descarga sobre el conjunto del pueblo trabajador, en especial las personas más jóvenes y vulnerables, las disidencias, los migrantes, etc. con un contenido de clase muy explícito para garantizar el control social. Si a vos desde chiquito te meten en la cabeza y te demuestran que por estar caminando o, por estar sentada en una plaza, puede venir un policía a interrogarte, revisarte, detenerte, llevarte preso, cagarte a palos, no se te va a ocurrir salir a la calle para protestar. Eso se llama control social.

 

La otra vertiente que es mucho más visible y explícita: la represión a la protesta o al conflicto social. Ahí sí es importante que la represión sea vista para sus fines. Esta violencia se descarga sobre sectores organizados de manera permanente o espontánea frente a un ultraje, frente a una situación concreta, como vecinos y vecinas que se juntan en una esquina a hacer un cacerolazo porque llevan 15 días sin luz. La primera vertiente se traduce en gatillo fácil, torturas y muertes en lugares de detención, hostigamiento, verdugueo, militarización de los barrios. La segunda se traduce en la represión directa a la protesta social. Pero también se refleja en la intervención del Poder Judicial a través de la criminalización de la misma. Son los dos puntos centrales a donde se aboca la totalidad de nuestra militancia. Actuamos a través de las querellas o presentaciones como particulares damnificados, acompañamos a las familias en los casos de gatillo fácil. 

 

– ¿Cómo se vincula esto con el golpe de estado de 1976?

 

Todo se enlaza necesariamente con la reivindicación de los compañeros y compañeras caídas y detenidas, desaparecidos en la dictadura. La relación entre las víctimas de represión actual y aquellas de la dictadura es tal, que en este preciso instante estamos acompañando la denuncia de una compañera de la red nacional de H.I.J.O.S que acaba de ser atacada. Una compañera cuyo nombre, identidad y pertenencia de regional son reservas por cuestiones de seguridad, fue atacada dentro de su casa, golpeada, violentada sexualmente y amenazada de muerte con la aclaración de “esto no es un robo, nos pagaron para hacer esto”. Absolutamente vinculado con su militancia en la organización H.I.J.O.S que sí tiene su foco en la represión de la dictadura. Pero la están cagando a palos, violando y amenazando de muerte hoy.

Foto: Colectivo Manifiesto

 

– Se está hablando mucho sobre la reivindicación de la crueldad que tiene este gobierno, del regocijo por lo cruel.

 

Es correcta la expresión, la comparto. Es uno de los ejes que explicamos cuando presentamos el Informe de la Situación Represiva y la Actualización del Archivo de casos. Sabemos que todo gobierno que tenga que administrar una sociedad dividida en clases en algún momento va a tener que reprimir para garantizar la gobernabilidad y llevar adelante sus proyectos en el marco de un sistema capitalista. Sin embargo, no todo es igual y  no todo nos da igual. Al analizar gestión tras gestión te das cuenta que no se reprimió de la misma manera en cada uno de los gobiernos. Lo que se advierte claramente es que, si hasta hace cuatro años decíamos que el gobierno más represor después de la dictadura había sido el de Macri, ya está a punto de descender al segundo escalón porque, en estos apenas cien días transcurridos del gobierno de LLA más el PRO de Patricia Bullrich y Luis Petri, ya están volviendo a batir récords. La semana pasada denunciamos 60 casos, que ya son 70, y no es que fuimos a buscarlos revisando diario por diario de cada provincia, sino que son solamente los que nos llegaron por contacto directo de familias o por noticias en algunos medios. Cuando busquemos todos los de 2024 esa cifra será enorme.

 

– ¿La sociedad está siendo atravesada por un quiebre en la moral?

 

Hay una ruptura del consenso social al que trabajosamente habíamos llegado. Había algunas cosas que en Argentina no se discutían hace años cómo, por ejemplo, que existió el terrorismo de Estado, que existió el genocidio, que fueron 30.000. Aquello fue imprescindible para lograr cierta “paz social”, la nulidad de las leyes de impunidad, la reapertura de las causas. Más allá de que protestemos porque vienen a cuentagotas, porque la impunidad biológica nos hace quedar sin las condenas, porque se van muriendo por los 40 años transcurridos, etc. Eso está absolutamente en cuestión hoy, te lo discute un pibito de 17 años que en realidad lo tendría que estudiar en la currícula de la escuela porque es historia, no es una cuestión que esté en debate. Es como si nos pusiéramos a discutir a ver si hubo Holocausto o no.

 

– ¿Dónde quedan los derechos humanos en este gobierno?

 

En este gobierno en el lugar del enemigo. Hemos tenido a lo largo de nuestra historia, desde diciembre del 83 hasta ahora, distintas etapas con administraciones públicas con distintos niveles de “negacionismo”. Pensemos en Menem dictando los indultos, o Alfonsín claudicando ante los milicos y dictando las Leyes de impunidad, de Obediencia debida y Punto final. A lo largo de de cada gestión podés detectar estas situaciones, aunque insisto, había llegado un punto en el cual el consenso social estaba firme y ni siquiera las expresiones más reaccionarias negaban la existencia del terrorismo de Estado y el genocidio. Recuerdo, por ejemplo,  un momento en alguna de las gestiones Kirchner, que hasta Ricardo López Murphy, en una entrevista radial donde le preguntaron por el tema, tuvo que ahuecar el ala y admitir que hubo una dictadura, que se ejerció el terrorismo de Estado y que eso no podía volver a pasar. Esto empezó a cambiar durante la gestión Macri, donde teníamos un Ministro de Justicia, un Secretario de DDHH que el 24 de marzo se sacaba fotos junto al presidente, la vicepresidenta, la ministra de Seguridad y decía “no al curro de los derechos humanos”. La actual gestión llega al paroxismo, porque justamente es ese sector de la ultraderecha, surgido de las entrañas de la matriz ideológica de la dictadura cívico-militar-eclesiástica, es el que está en el poder.

– En una entrevista que publicó La Tinta decías que tu papá era docente y te decía que había saber con qué desafíos estaban enfrentándose los chicos a los que formaba. ¿Cuáles son los desafíos de las próximas generaciones?

 

Él decía que no podemos saber en qué mundo van a vivir esos chicos que hoy están en su proceso de formación. Por eso el objetivo de la educación es prepararlos para lo desconocido, para lo inesperado y para eso lo único que podés hacer es tratar de garantizar herramientas para el pensamiento crítico. Si tenés suficientes herramientas críticas, no te pueden vender ningún buzón. No me puedo imaginar cuáles van a ser los debates que van a enfrentar los nietos o las nietas de quienes hoy nos acompañan en CORREPI, pero sí sabemos que si pueden analizar críticamente la información, desmenuzarla y llegar a una conclusión, van a encontrar la verdad. Por eso es tan desesperante ver hoy la dinámica del debate público que en la mayoría se da en las redes es un océano de un metro de profundidad. 

 

– ¿Hay jóvenes entre las filas de CORREPI?

 

Estoy militando, ya no con hijos e hijas, sino con nietos. CORREPI siempre ha tenido un atractivo muy fuerte para la juventud, por su dinámica, por su vinculación con las problemáticas barriales. Es lógico porque el promedio de edad de las víctimas del gatillo fácil es de 17 años, entonces permanentemente tenemos una renovación de militancia en nuestra filas. Tenemos algunos recién salidos del secundario. Cada vez más se suman más jóvenes, de hecho el promedio no creo que supere los 30, 35 años.

 

– ¿Son una organización partidaria?

 

CORREPI tiene la particularidad de que no tiene una uniformidad ideológica en sus integrantes, militan personas que a su vez militan en otras organizaciones o agrupaciones políticas, culturales, de género, sindicales, estudiantiles, etcétera. Tenemos la más amplia pluralidad en cuanto a posicionamientos políticos. Por supuesto no hay nadie reaccionario, nadie de La Libertad Avanza o PRO y sus aliados. Te podes encontrar con marxistas, anarquistas, socialistas, peronistas: no somos un partido político, si somos una agrupación política. Hacemos política, estamos cuestionando la política estatal. En lo que sí vamos a coincidir todos y todas es en no votar candidatos represores.

 

– “A la facultad yo vengo a estudiar”, decía una publicidad durante la última dictadura buscando desalentar la militancia estudiantil. ¿Cuál es el rol de las universidades en este contexto?

 

Advierto cierta quietud del movimiento universitario. Quizás porque recién estamos a principios de año, quizás sea simplemente una cuestión estacional. Lo cierto es que el rol del movimiento estudiantil universitario ha sido clave y es imprescindible en cada proceso de lucha y resistencia en nuestro país. Esto se ve desde los 50, 60 por no irnos a la Reforma Universitaria del 18 y en todos los años posteriores. El principio del fin de Menem fue la pelea de los estudiantes universitarios y secundarios también contra la Ley Federal de Educación, el apoyo a la carpa blanca, la lucha de los docentes. Se viene advirtiendo, sobre todo en los últimos procesos electorales, que allí también ha prendido este bicho de la ultraderecha, libertariana. Hay una tarea fundamental que hacer, por supuesto en manos del propio estudiantado, que esperemos que reaccione y se ponga en pie. Más allá de que el movimiento estudiantil viene participando de todas las jornadas de resistencia que se han venido haciendo. Es un espacio fundamental porque nuclea la juventud y es necesaria su articulación con el movimiento obrero, con las organizaciones sociales, con los movimientos territoriales y sobre todo con el conjunto de las luchas populares. 

 

– ¿Cómo hay que enfrentar a este gobierno?

 

Con unidad, organización y lucha. El sectarismo nos va a matar. La unidad del campo popular es fundamental y por eso este 24 de marzo, CORREPI junto a muchas otras organizaciones, han hecho todos los esfuerzos para lograr un acto unitario en el que se expresara una sola voz, como un solo puño en el aire. En defensa de nuestros derechos conseguidos, que nos están siendo arrebatados incluso en el día de la memoria, la verdad y la justicia.


Foto: Colectivo Manifiesto

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