sábado 27 abril, 2024

DAKOTA EN LOS BEATLES: UN INSTANTE DE ETERNIDAD

“Una amistad real nos permite ser diferentes sin miedo”, escribe José Luis Juresa. Junto a su amigo Fernando Rabih, Juresa acaba de publicar “Dakota” una novela en la que el fantasma de John Lennon deambula por el Central Park. La publicación del libro coincidió, por obra de la casualidad, con la salida del tema inédito de los Beatles “Now and then”, en el que las figuras fantasmales de Lennon y Harrison acompañan a Paul y Ringo. 

 

Por José Luis Juresa

 

La de los Beatles es la historia de la amistad entre un grupo de chicos que se unieron por el deseo de tocar y terminaron protagonizando una aventura por la que la música popular en general, posterior a su presencia en el mundo, fue revolucionada. Sigue siendo una amistad que no tuvo ni será posible que tenga, en su origen – porque nunca faltan los intentos de reinterpretación histórica de los hechos –, ninguna premeditación elaborada por alguna productora televisiva o discográfica, sino la libre elección mutua de los deseos compartidos. Es y será libre del imperativo que rige las reglas contemporáneas del acercamiento entre los seres humanos, hoy regidos bajo la lógica del descarte, lógica asumida y naturalizada en la formalización metodológica de las aplicaciones de citas y de encuentros. 

 

Los Beatles, en cambio, no te descartan, sino que te incorporan a la alegría de su tiempo que, por otra parte, ya no es identificable a una sola época. Es y será la alegría de todos los tiempos. Esa amistad, desde el minuto en que Paul y John se hablaron por primera vez (cuánto le debemos a esa causalidad) hasta la conformación final del cuarteto, configuran la apertura de una novela musical y cultural que acaba de finalizar con la salida de “Now and then”, la denominada – especialmente por Paul– “última canción de los Beatles”, en la que participan todos ellos desde distintas épocas y momentos de sus vidas, lo cual remarca que lo que aún los anuda es un espíritu común capaz de resurgir desde la presencia fantasmal de los que ya no están, y también la de los que aún siguen presentes en esta tierra. 

 

En el video que acompaña la canción nos emocionamos viendo a Paul observar alucinatoriamente a John dirigir la orquesta que hace los arreglos decorativos, o tocar el bajo mientras detrás suyo juguetea su propia versión de 1967, y le habla casi al oído. Los demás van y vienen con los equipos y, más atrás, el Ringo de hoy y el de los sesenta tocan al unísono la batería. Se siente viva y se ve esa amistad que fue capaz de darle soporte a los cuatro en medio de un vendaval de demandas que para cualquiera resultaría insoportable. 

 

La “beatlemanía” fue, para ellos, una suerte de prisión de la que solo pudieron salir cuando cortaron las giras y se enclaustraron en el estudio de grabación de EMI, cuya dirección quedó inmortalizada en el título y el arte de tapa de su último disco, “Abbey Road”. Esa fuerza libidinal aún los desliza mágicamente para traerlos hasta hoy con la presencia fresca del alma de una banda cuya poética hace que la vida sea hermosa. Esa fuerza libidinal nutrió una de las más bellas historias del siglo y alcanzó para cambiar la vida de esos hombres y, por extensión, la de los habitantes del planeta.

 



"Dakota" novela de José Luis Juresa y Fernando Rabih, publicada por Editorial Planeta.

 

A tal punto lo creo, que, en un lugar geográficamente alejado de todos aquellos sucesos, en Buenos Aires, otra amistad, la que tenemos con Fernando Rabih, protagonizó otro hallazgo, reducido a un suceso casi personal e íntimo, pero no menos unido al de aquel otro que tuvo repercusión planetaria. En los vaivenes, las idas y vueltas sobre la idea de escribir una novela juntos, y a nuestro regreso de sendos viajes a Nueva York, nos topamos con el video de “Mind games” en el que la figura de John Lennon parece trascender la escena, ubicada en el marco del Central Park. Lo vimos y sentimos como un fantasma “vivo”, como alguien que quedó atrapado ahí. ¿Qué podría necesitar un fantasma? Tal vez que alguien se haga eco de su presencia. Y eso hicimos.

 

Partiendo de ahí aparecieron, uno a uno, otros tres personajes, de distintas edades, clases sociales y geografías de origen, unidos por el encuentro casual con el fantasma, al que no dudamos en calificar como una cita. La amistad que nace entre ellos desde ese momento sostiene la revolución personal que va aconteciendo en cada uno, revoluciones que a su vez se van conectando íntimamente entre sí, lo cual ayuda a forjar el sentimiento que los reúne. 

La novela que se fue escribiendo decidimos llamarla “Dakota”, y recién al final nos dimos cuenta de que habíamos recreado un cuarteto – incluyendo al fantasma – que emulaba emotivamente lo que ese número representa bajo el mote de “cuarteto de Liverpool”. Casi sin darnos cuenta habíamos escrito una épica inspirada en la canción “With a Little help from my Friends”.

 

En el video de “Now and Then” vemos que también hay fantasmas. Finaliza con el retorno de ellos a la infancia, antes del icónico saludo final del cierre, como si eso fuera la despedida, y a la vez, la solución a lo que viene por delante. La infancia no es lo mismo que “lo infantil”. La infancia es el peso gravitatorio de todos los tiempos anudados al espíritu de un amor indestructible. En los Beatles decantó en decenas de canciones muy bellas, constructos de una poética de la existencia. Lo infantil, en cambio, es apenas un modo de nombrar la conducta inapropiada para responder a los apremios de la vida.

 

Creo que una amistad real nos permite ser diferentes sin miedo, pasionalmente distintos, nos deja albergar las diferencias en la calidez del vínculo, al revés de sentirnos aplastados por la necesidad de no contrariar a nadie, de ser correctos y no conflictivos. La amistad no es un cálculo de “los recursos humanos”.

Nuestra novela, “Dakota”, quizás sea el relato de una tragedia contemporánea, que nos muestra, nos enseñó a nosotros en primer lugar, que la fuente de la amistad es la infancia, que suele confundirse con la niñez, reduciéndola a una especie de enfermedad que se cura con el tiempo. No, no se cura, como el amor. El amor no tiene cura. Los amantes siempre hablan de sus infancias, a través del relato de su niñez. Para ser verdaderos amigos, o verdaderos amantes, hay que vivir algo en común sabiendo reconocer el costo de lo irreversible, como la niñez, que ya no vuelve. Pero la infancia no tiene atrás, ni adelante, ni pasado ni futuro. Es un instante de eternidad.

 

Noticias relacionadas