viernes 26 abril, 2024

SEX EDUCATION: ENTRE INSTITUCIÓN E IDENTIDAD

La nueva temporada de Sex education presenta una serie de conflictos en torno a la sexualidad y a la pretendida normalización de las instituciones, en particular la familia y la escuela. A lo largo de sus ocho capítulos, la serie apuesta por la interrogación y deconstrucción de los estereotipos en la juventud. 

Por Pilar Molina |  Ilustración: Cintia Salazar

 

Desde su estreno en 2019, Sex education nos enfrenta a las encrucijadas vividas en la adolescencia –aunque no solo en ella– distanciandose de los preconceptos y subestimaciones propias de las series destinadas a televidentes jóvenes. Lejos de American Pie y de las tiras de Cris Morena con sus dramas estereotipados y patriarcales, la serie británica se mete de lleno en la actualidad, poniendo sobre la mesa tensiones y cruces entre lo institucional, la ideología, la identidad y la sexualidad, volviéndose así necesaria para el espectador, que de pronto pasa a ser, un poco aprendiz. Partiendo de personajes conocidos, ya que en principio se acercan a los clásicos estereotipos de las películas sobre y para adolescentes,la serie irá desplegando las subjetividades, complejas, habitadas por conflictos y certezas, bastante más reales que la de los orfanatos y casas de millonarios malvados de muchas series masivas destinadas a este público. Es una narración en la que los estereotipos se deconstruyen capítulo a capítulo. 

La tercera temporada comienza con la revolución mediática que ha producido la perspectiva del colegio Moordale respecto a la sexualidad de sus alumnos y la libertad en la expresión en torno a este tema. La situación produce tal revuelo en el ámbito académico que culmina con el despido del hasta ese entonces director, Michael Groff, personaje que parte del estereotipo del estricto director inglés al estilo The Wall, pero en esta última temporada muestra nuevas e inesperadas aristas. Volviendo al escándalo, es este el que da lugar al ingreso de una nueva directora: Hope Handon (en el nombre hay un guiño contra los avances evangelizadores sobre la sexualidad libre, dado que “hope” en inglés significa esperanza y expectativa de alcanzar la “virtud”). Esta nueva  y joven directora –ex-alumna del colegio, en un principio descontracturada y cool– vendrá a poner “orden” y “prudencia” en la “escuela sexual”, como es caratulada por los medios de comunicación, instaurando cambios rotundos y autoritarios: la obligación del uso de uniforme diferenciado entre hombres y mujeres; el cambio en las paredes de la escuela, pintándolas de un color homogéneo y opaco, borrando los grafitis a través de los cuales alumnos de allí dejaban a modo sinthomático su huella y mensaje identitario. El último de los cambios será la inclusión de una línea en cada piso del colegio que ordenará a los alumnos a moverse en forma lineal, sin agrupamientos y fundamentalmente, sin “desviaciones”. 

En medio de estas reformas institucionales, que nos recuerdan nuevamente a The Wall y su maquina para fabricar alumnos, o mejor dicho “picadora de subjetividades”, se incorpora al colegio Cal Bowman, une adolecente no binarie, quien rápidamente entablará amistad con Jackson, personaje que también partiendo de un estereotipo –en su caso el deportista popular de Moordale–, con el correr de los capítulos mostrará su lado más singular. 

Luego de la instauración obligatoria del uso de uniforme, Hope convoca a Cal a dirección junto a Meave y Lily para informarles que no pueden asistir con peinados, maquillajes ni pearcings, y a Cal, que su uniforme debe ser acorde a su sexo biologico y talla. Frente a este avasallamiento, Cal no obedece, pero comenzamos a ver de manera sutil –todos los personajes de la serie se caracterizan por su fortaleza, recursos emocionales y psicológicos que no caen en dramatizaciones ni victimizaciones– cierto padecimiento que se va a expresar de distintos modos a lo largo de la temporada. Paralelamente, la amistad con Jackson comienza a tornarse amorosa y aparecen nuevos avatares.


Identidad de género, sexo y sexuación


La confusión entre identidad de genero, sexo y sexuación se palpa en lo cotidiano, de modo que ampliar la diferenciacion entre estos terminos resulta necesario. En una escena que muestra la antesala de una  posible relación sexual entre Cal y Jackson, aparece el desencuentro, la tensión y la angustia. Cal esconde fervientemente partes “femeninas” de su cuerpo. Lx vemos ir al baño para ponerse su binder, usar ropas grandes, pero pese a todo esto, Jackson no hace otra cosa que ir allí, a eso que incomoda. Surgen entonces las preguntas: ¿qué opera en estos personajes?, ¿aspectos culturales?, ¿biologicistas?, ¿tendencias a parcializar el cuerpo del otrx? ¿Estereotipos? Este desencuentro amoroso, que también puede pensarse como simbólico e ideológico, nos invita a repensar lo cotidiano y el trato con otrxs. 

La identidad de género en el campo de la subjetividad se puede ubicar en relación con aspectos identitarios, produciéndose como uno de los ejes de armado de la conformación del proceso identitario, como sostiene Silvia Bleichmar. Por otra parte, la orientación sexual tiene que ver con un proceso secundario en el tiempo, con la elección de zonas y objetos sexuales. Tanto Cal, Jackson, Eric, Adam, Lily y Ola son personajes de esta serie que permiten pensar las diversas tensiones que hay, aún hoy, entre identidades de género, elecciones sexuales, ideología e instituciones. 

 

Institución y subjetividad

Otro de los personajes que toman protagonismo en esta temporada es Adam Groff, hijo y heredero de los mandatos patriarcales que encarna, sufre y habita su padre Michel Groff del estilo “los hombres no lloran”, como también de la inexpresividad y dificultad para demostrar afectos. Desde el primer capítulo de la serie, Adam buscará “salir del closet”. Según la psicoanalista Débora Tajer, quien toma los aportes de William Siqueira Péres, el closet opera como un fuerte dispositivo de regulación de la vida social que actúa sobre las sexualidades y cuerpos disidentes. De este modo, las prácticas de sí, las conformaciones identitarias y los amores que están por fuera del paradigma heteronormativo no se viven bajo la luz del dia, sino en espacios privados y marginales. El “closet” como dispositivo biopolítico participa así de los procesos de subjetivación generando angustias y consecuencias en el psiquismo, apunta Tajer en “Algunas consideraciones éticas y clínicas sobre las infancias trans”.

Adam es un personaje triste, que al comienzo encarna el estereotipo del “macho”, fuerte, burlón y hasta violento con sus compañerxs. Con el paso del tiempo este personaje vira hacia una actitud preocupada y tensa por la mirada de los otrxs. Eric, su actual pareja y antes objeto de bullyng, a quien sostiene a escondidas de su familia, será quien ya habiendo salido del closet y viviendo su sexualidad conforme a lo que desea, lo acompaña y ayuda en este camino, aunque tal como afirmará Lacan, la “no relación sexual”, en tanto malentendido fundamental, estará siempre presente en los vínculos de todos los personajes de la serie.  

Jackson, por su parte, enamorado de Cal, comienza un proceso de deconstrucción de preconceptos culturales, ligados a la biología, la anatomía de los cuerpos, como también cierta interrogación de los goces y deseos propios y del otrx. Asimismo, la pregunta por las identidades abre un campo de exploración desconocido por el personaje. Pero lo interesante aquí parece marcar que, mientras estos personajes van armando sus arreglos, redes de amistades y espacios que los alojan y permiten desplegar los interrogantes y los aspectos sexuales como también identitarios de cada unx, el encuentro con la institución –familia y escuela– es problemático. 

Las familias no saben cómo acercarse a estos jóvenes; pudorosos y enredados en mandatos heredados,se quedan en silencio. Por otra parte el actual Moordale los expulsa y los obliga a la no expresión de sus identidades y elecciones sexuales, basándose en la clásica y patologizante diferenciación binaria instaurada desde las ciencias médicas, para entender lo humano en sí mismo: genitalidades de macho o hembra, formas masculinas o femeninas, e identidades de varón o mujer. Binarismo sexo–genérico que estandariza la diversidad humana y que se institucionaliza en la división de la ciudadanía entre varones y mujeres, generando los respectivos estereotipos para pertenecer a cada una de estas clases. ¿Qué lugar para los que no encajan en F o M?.

Para superar el paradigma binario y de patologización de las identidades y sexualidades, es necesario desnaturalizar, repensar y desarmar el sistema clasificatorio de tipos humanos, ya que tal como la serie nos permite ver encarnando en el personaje de Hope y su afán “normalizador”, este solo produce estigmatización y padecimiento, hasta para el personaje mismo. Clasificar las singularidades y los cuerpos que las portan parece tanto más absurdo que no escucharlas.

 

Un cambio de escenario

Y si Moordale estuviera en la Argentina, ¿el panorama y la vida de estos adolescentes sería distinto? El 9 de mayo del año 2012 se sancionó la Ley nacional 26.743 de Identidad de Género. Esta ley surge en el marco de las luchas por la despatologización, la descriminalización y la desjudicialización de las identidades trans a nivel internacional, regional y nacional. Representa el reconocimiento a la identidad de género como un Derecho Humano y es el resultado de la histórica lucha de organizaciones y activistas travestis–trans, constituyendo un hito a nivel nacional y mundial por ser la primera en despatologizar las identidades de género. En nuestro país también rige la Ley 26.150, que promueve la posibilidad de introducir en las aulas Educación Sexual Integral (ESI), que concientiza de una toma de decisión responsable.

Si bien contamos con leyes innovadoras a nivel mundial, hay una brecha enorme entre estas normativas, su cumplimiento y aplicación, sobre todo palpable en las instituciones que atraviesan la vida de los sujetos, ya sea familia, escuela o ámbitos de atención en salud, lo cual se verifica en la clínica psicoanalítica con sujetos trans, travestis y del colectivo LGTBIQ+. Este defasaje entre institución y actualidad que la serie nos muestra de manera clara y explícita, pero que sucede de manera un poco más velada en la realidad. Aplicar en estas instituciones históricas, con inercias ideológicas propias, talleres, debates y abordajes de temáticas sobre identidades y sexualidad, la construcción y puesta en interrogante respecto al modo de dirigirse a los alumnos  y entre los mismos, como también la concientización del respeto a la diversidad y expresión de cada quien, es urgente. 

Sex educación trae a debate estas problemáticas, que los personajes resuelven y atraviesan de manera colectiva, en la mayoría de las escenas, con un otrx par que entiende y escucha, por fuera de prejuicios, preconceptos o casilleros que marginan y angustian. Sumado a la complejidad propia del adolecer y la adolescencia, con su atravesamiento y florecimiento sexual de la pubertad, el no lugar y el no sentirse alojados por las instituciones como la familia y la escuela producen efectos des-subjetivantes nefastos, que se expresan en aislamientos, depresiones, pasajes al acto, abandono de la escolaridad o de la familia, entre otras expresiones que a gritos piden que se los escuche, se las aloje y les acompañe, en el tiempo urgente que nos propone la actualidad. ¿All in all you’re just another brick in the wall

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