sábado 27 abril, 2024

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA EDUCACIÓN

El curso de la política educativa que seguirá el gobierno de Javier Milei es una incógnita. En eso concuerdan Roxana Perazza y Vanesa Romualdo, referentes en el mundo de la educación que en conversación con Fixiones reflexionaron sobre el panorama educativo actual, las deudas y las victorias desde el retorno de la democracia y los riesgos que observan en este gobierno. 

 

Por Malena Costamagna Demare l Fotos por Melisa Molina

 

Roxana Perazza habla con seguridad: “Si hay algo que está dicho de distintas y de la misma manera es que la escuela media está en crisis”. Es licenciada en Ciencias de la Educación (UBA), especialista en Políticas Públicas (FLACSO), fue Secretaria (2003-2006) y Subsecretaria de Educación (2000-2003) en la Ciudad de Buenos Aires, además de asesora de varios gobiernos. No titubea cuando dice que el sistema educativo argentino es muy desigual: “es el primer desafío para los próximos 40 años”. Aún dentro de esa desigualdad, Perazza reconoce grandes avances, como la inclusión de sectores sociales históricamente marginados, la obligatoriedad del nivel inicial, medio y su ampliación de sala de cinco, comprendida por la Ley N° 26.206 de Educación Nacional. “El país tiene una deuda con los jóvenes que no pueden terminar en tiempo y forma el secundario”, resalta Perazza. Según el Observatorio de Argentinos por la Educación, el 48 por ciento de los y las estudiantes tiene dificultades para finalizar una trayectoria escolar “exitosa”. 

 

Vanesa Romualdo, socióloga (UBA), doctora en Ciencias Sociales (UBA) e investigadora se detiene en el mismo síntoma. Perazza llama a ver “lo que pasa adentro de la escuela”; Romualdo a “revisar la forma y los contenidos”. La dificultad de lograr un “piso mínimo de conocimiento” para igualar, equiparar a los estudiantes y los obstáculos para el sostenimiento escolar. “Tampoco le podemos pedir a la escuela que cree la igualdad social, ella sola no puede. También es un error considerar que la escuela va a cambiar el mundo cuando antes hay un montón de otras esferas”, dice la investigadora y docente.

 

¿Qué puede hacer un docente cuando un alumno se desmaya del hambre?; ¿qué hay de los problemas habitacionales, de la violencia en las instituciones educativas? “La escuela es receptora de todos los problemas que atraviesan las vidas de los pibes”, dice Romualdo. Es una demanda que va más allá de la escuela y cuyo efecto es que el aprendizaje resulte postergado. 

 

Otro punto de crisis atañe a otro de los actores de la práctica educativa: los docentes. “Cumplidos ya casi 41 años de democracia, lo primero que se les debe a los docentes es un buen sueldo”, esgrime Perazza. Además pone énfasis en la organización gremial y la exigencia de una retribución digna en todo el país. “Estaría bueno saldar esa deuda histórica para después hablar de otras cosas. Los docentes necesitan tiempo y espacio para trabajar. Es cierto que hay que revisar el trabajo de enseñar, pero primero hay que lograr una condición mínima material”, reflexiona Perazza. ¿Qué pasa en una sociedad donde la docencia ya no es una carrera laboral interesante o que por lo menos no tiene el mismo prestigio social que tenía antes? Es otra pregunta que se hace la referente.

 
 Roxana Perazza, Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA), especialista en Políticas Públicas (FLACSO), asesora de varios gobiernos. Foto: Noticiario Sur
 
Imaginar otra escuela

Las deudas pueden seguir siendo deudas o pueden transformarse en políticas públicas, dice Perazza, bastante segura de que no será este gobierno el que las salde. “Podemos seguir con una escuela secundaria bastante poco interesante para los chicos y chicas o podemos pensar en otras escuelas secundarias”, desliza la educadora. Que la escuela pierda sentido para los estudiantes es tanto para Perazza como para Romualdo un síntoma urgente. Más allá de los avances en términos de orientaciones que plantea la Nueva Escuela Secundaria (NES) en CABA, Perazza imagina algún tramo durante el secundarios donde se plantee una elección para los estudiantes que propicie un rol más activo y protagonista en su propia formación. Y, sobre todo, proyecta una escuela secundaria “que pueda pensar un sistema de acreditación de los aprendizajes que no tengan que ver con la repitencia”, cierra. Como ya existen en muchas escuelas del país, Perazza sueña con un régimen de correlatividad parecido al que opera en la universidad, donde se refuerce aquello que no se entendió sin repetir un año entero.

 

La tensión es histórica: la escuela oscila históricamente entre la homogeneización o “empezar a ver a cada chico y a cada grupo de forma distinta”. Reconoce, por supuesto, que es mucho más trabajo desarrollar más de una propuesta pedagógica. Pero trasladando su observación en escala, Perazza habla de un modelo educativo a nivel nacional, sino de una heterogeneidad que hace eco del sistema jurisdiccional donde cada provincia “ponga a prueba” los suyos, una suerte de camino guiado por la innovación. Pero hablar de hacer escuelas, sean públicas o privadas, de igual calidad educativa con diversas propuestas institucionales implica mucho voluntad política, convicción, y Perazza, personalmente, no cree que este sea el momento a nivel país donde veamos esos esfuerzos materializados.

 

El rol del Estado

Ante estas desigualdades, la perspectiva de Romualdo dicta que el rol del Estado debería intentar compensar las faltas y mantener la unidad del sistema educativo a nivel nacional. Un sistema que desde los años noventa presenta grandes fracturas que intentaron ser suturadas por programas nacionales como el Plan de Lectura, que otorgaba fondos nacionales a las provincias para avances educativos a gran escala. En sus artículos, la socióloga reconstruye el panorama educativo macrista hasta el gobierno de Alberto Fernández y lo que espera de cara a la actual gestión de Javier Milei. La “libertad” fue una bandera bastante importante en términos de federalismo durante la Alianza Cambiemos, explica Romualdo, para quienes era más importante que cada provincia pudiera “hacer lo que quisiera”, aunque Romualdo señala la trama: “el tema es que la voluntad está atada a los recursos que cada provincia tenía o tiene y que implicó en la práctica cierta, desresponsabilización”, es decir, un rol menos activo del Estado como garante educativo. 

 

Los discursos de la libertad y el mérito reaparecen en la coyuntura actual, sobre ellos también se detiene Perazza. “La idea del mérito remite al individuo”, advierte Perazza sobre un discurso al que tilda de “mentiroso”, porque está basado en el supuesto de que todos los y las estudiantes parten de la misma línea de largada, de las mismas condiciones socioeconómicas. “Hoy por suerte ese sector de la población está en las escuelas y no siempre en las mismas condiciones que otros sectores que históricamente fueron a la escuela. Entonces mirar con los mismos anteojos es a la vez no mirarlo”, cierra Perazza. 

 

La pandemia no solo causó estragos en las generaciones que asisten a la escuela sino que puso de relieve los ya existentes. Marcó las distancias entre los jóvenes y sus docentes, las diferentes maneras de comunicarse atravesadas por las nuevas gramáticas que traen las tecnologías. Romualdo destaca, en ese escenario, el plan nacional Volver a la escuela, que bajó desde Nación a todas las provincias para propiciar estrategias de revinculación.

 


Vanesa Romulado, sociólogca doctora en Ciencias Sociales (UBA), investigadora y docente. 

 

El mito de los vouchers

La pregunta que queda abierta es qué rol tendrá el Estado en materia de educación durante la actual gestión. “No tengo idea de lo que van a hacer, eso ya me preocupa”, advierte Perazza. La sinceridad es un eco en Romualdo, quien explica la única propuesta que conoce de parte de La Libertad Avanza: los vouchers. El sistema de vouchers nació en los setenta, cuenta, con las propuestas de Milton Friedman en el libro “La libertad de elegir”, que ganó a posteriori un Premio Nobel. La principal diferencia con el actual sistema es que financia la oferta educativa mientras que los vouchers plantean financiar la demanda. En términos ideales, la competencia por la matrícula llevaría a que las escuelas compitan y así logren mejores condiciones para sus alumnos. “Lo que no se dice es que de la mano de los vouchers viene un sistema muy fuerte de evaluación”, señala Romualdo. Es el sensor que funciona como mecanismo competitivo para determinar la calidad de las escuelas. El problema es que la tradición de nuestro país no se caracteriza por las pruebas estandarizadas y, por otro lado, explica la especialista en Políticas Educativas, están comprobados los defectos de este sistema. Los ilustra la expresión “educar para el examen”, donde se enseña a resolver un formato evaluativo que no asegura per se el aprendizaje. 

 

Romualdo además advierte que el secreto de los famosos vouchers está en su implementación que desarticula el mito que con este sistema los estudiantes podrían “ir a la escuela que quisieran”. En países como Chile o Suecia, se implementó un régimen de copago, un pago extra por sobre el voucher que los Estados –que en cualquiera de estas formas sigue estando presente como financiador– otorgan a las familias: “ahí otra vez aparece la desigualdad, porque hay gente que tiene posibilidades de agregar dinero al voucher y gente que no”. 

 

Además, aparece el problema de las escuelas rurales que desaparecerían, incapaces de llegar al nivel de matrícula necesario para el sistema de los vouchers. El riesgo para Romualdo es profundizar una fragmentación ya existente. Para Perazza, la idea de los vouchers expresa más una ignorancia sobre el funcionamiento real del sistema federal educativo en Argentina que una propuesta real, lo que caracteriza a este gobierno como uno con un “alto grado de improvisación” en materia educativa.

 

La democracia en la escuela

Más allá de las deudas a 40 años, Romualdo se detiene en algunas victorias. En materia de Derechos Humanos, Derechos Sexuales y la política de Memoria, Romualdo menciona La escuela va los juicios o el programa Jóvenes y memoria. Conquistas simbólicas que ante las perspectivas del actual gobierno, peligran. Una de las formas que puede adoptar el peligro es el desfinanciamiento, advierte. 

 

Perazza denomina estas políticas como las centradas en la convivencia democrática. Romualdo lo refuerza: “el mercado no se va a preocupar por divulgar los valores democráticos”. Se refiere a una “formación subjetiva más amplia” para formar sujetos críticos que no deje de lado necesariamente los requerimientos del mundo laboral, sino que se detenga en la solidaridad, el respeto y la comprensión del otro. “Hay que ver para qué trabajo, de qué manera, cuál es la formación que se les da a los pibes; la gestión de las pasantías o prácticas laborales”, aclara Romualdo. 

 

Si el mercado aparece hoy como el primer agente socializador para las infancias y juventudes, entonces la escuela tiene todavía un lugar para interrumpir esas tensiones y por lo menos, observarlas. Atenderlas. Si el espíritu del mercado es el valor de la competencia, el individualismo y el mérito, para Romualdo “la escuela y las instituciones educativas siguen siendo un lugar en donde se puede seguir construyendo algo colectivo. De eso se trata la democracia: saber que hay un otro y conectar con otros”. Perazza concuerda e introduce el rol del Estado en esa disputa: “ninguna de estas disputas es de fácil resolución, pero supone que los gobiernos están para eso, para generar espacios de discusión, de debate, de tensión; gobernar es pura tensión y de eso se trata”.

 

Foto: Melisa Molina

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