jueves 25 abril, 2024

"MILITAR EL FEMINISMO DENTRO DE LA DANZA"

Los espacios de baile –ya sea en salones o en la calle– no son ajenos a la violencia de género. Hacia fines del año pasado una serie de denuncias pusieron de relieve la urgencia de reconocer y analizar en conjunto las situaciones de violencia y generar protocolos y políticas públicas para el universo de la danza. En diálogo con Fxiones, bailarinas y representantes de Conexión Urbana Argentina, Acción Feminista en la Danza, y la abogada Melisa García dieron sus perspectivas, evaluaron cómo sigue el proceso de organización y destacaron la necesidad de aplicar distintos protocolos.

Por: Martina Solari Arena | Ilustración: Francisca Zabala

A finales de 2020 hubo un bombardeo de escraches por casos de violencia machista en el ámbito de la danza. Algunos más antiguos y otros más recientes, fueron publicados en “Queens of queens”, un usuario de instagram dirigido por Ruth Maffia, que funcionó como espacio para que todas puedan contar sus experiencias. El grito y la angustia de las pibas pausaron al silencio y a la complicidad entre los victimarios. No había espacio para callar, y menos después del intento de femicidio ocurrido en el estudio de danza “El Club”. No hubo escapatoria. Se pusieron en evidencia las carencias en los espacios de danza. 

“Ya no hay encubrimiento total para el acosador, pero el tema es que no tenemos un espacio de contención formal, no tenemos las herramientas terapéuticas ni psicológicas dentro de la comunidad para que nos podamos apoyar”, comentó en conversación con Fixiones Lucía Vuelo, bailarina y organizadora de eventos de la cultura Hip Hop. Los institutos de danza, las batallas en las plazas, los shows y compañías de baile, no son una excepción a la violencia machista.

En conversación con Fixiones, distintas referentes de la danza y de otras disciplinas, cuentan cómo la violencia de género atraviesa los espacios de baile, qué  proyectos se están llevando a cabo para hacer frente a la situación y cómo se debe actuar para que estos se concreten. Además de Vuelo –quien también organiza eventos de beneficencia para ONGs como Tametzona–, dieron su visión y contaron sus experiencia Melisa García, fundadora de “AboFemArgentina”, una asociación de abogadas feministas cuyo compromiso social es promover un enfoque del derecho con perspectiva de género; Belén Arendt, fundadora de “Conexión Urbana Argentina”, plataforma de gestión interdisciplinaria dedicada a la comunidad de las danzas urbanas en la Argentina y “Acción Feminista en la Danza”, una organización compuesta por cuatro bailarinas, encargada de circular y visibilizar información sobre las problemáticas de violencia dentro de la danza.  

   

Un mundo no regulado donde la danza debe continuar

Al ser una práctica que no está regulada por el Estado, que carece de una ley y organismo que fomente el desarrollo de políticas para el sector,  las situaciones de violencia de género y de precarización laboral suceden de forma desmedida y sin control, formando parte de los obstáculos naturalizados en la vida del bailarín.  Frente a esto, y ante la ausencia y el desconocimiento de espacios que aborden temáticas de violencia de género, Acción Feminista en la Danza (AFD) armó a principios de la pandemia una plataforma de circulación y visibilización de la problemática en Instagram, que Florencia Sardo, una de sus integrantes, definió como “una forma de militar el feminismo dentro de la danza”.

Ellas fueron parte de las personas que se organizaron y trataron de poner en agenda y en debate cuestiones que las interpelan a diario. Para visibilizar impulsaron varias acciones: transmisiones en vivo por Instagram hablando sobre la violencia de género dentro del Hip Hop, conversatorios y una movilización, articulada con otros movimientos, en el Congreso de la Nación, con la consigna “Danza sin Violencia”. Gracias a su recopilación de datos, a través de encuestas con formularios anónimos dirigidos a trabajadores y trabajadoras y estudiantes de la danza, se sabe que “el 60 por ciento de personas que respondieron la encuesta, se sintieron desamparades en su lugar de estudio y el 80 por ciento sintió abuso de poder en su espacio de trabajo” comentaba Francisca Zabala de AFD.

La violencia de género muchas veces es difícil de detectar en la danza, debido a que el cuerpo del bailarín, además de ser su canal artístico, es su trabajo. Una delgada línea delimita cuándo y qué se puede tocar y exigir hacia sus cuerpos, y cuándo no es correcto o se están pasando con lo que se está pidiendo. ”Hay ciertas cosas que no pueden pasar” comenta Sardo.

Su canal artístico es cosificado, sexualizado, y la discriminación hacia los “cuerpos no adecuados y no hegemónicos”, puede ser la causa de pérdidas laborales. En la danza, justamente, no abundan las ofertas de trabajo.  “Ocurren situaciones donde el abusador y la víctima están en el mismo lugar del trabajo, pero la víctima no se puede ir porque es su trabajo, y si se va, no cobra y a veces estás con el cuerpo roto y el show debe continuar”, advirtió Macarena Francinella de AFD. Sardo comentó que “está muy ligado a lo económico, los bailarines estamos acostumbrades a que nada sea tan grave, a decir a todo que sí, porque si no, no ganas plata. Imaginate que venga alguien a tu estudio de danza y te diga “che,  este profe es un abusador” y que ese sea el que más guita le da al estudio. O perdes el laburo, o nunca más te llaman”

 En la relación maestro-alumno, hay un rol jerárquico donde “se da por sentado que tu maestre tiene todo el poder sobre tu cuerpo, porque ocupan ese lugar superior, como si existiera el derecho de comentar, hablar, tocar y  acosar, simplemente por estar por encima”, dice Olivia Lasalvia, de AFD. 

Fueron estas situaciones cotidianas de violencia de género las que provocaron una reacción y devinieron en distintas actividades, organizadas desde la desesperación y el enojo. “Pero no hay constancia, porque nos movilizamos cuando algo nos duele y después volvemos a bailar. Si se concientiza la herramienta nuestra que es el Hip Hop, lo que fue, lo que es, y lo que podemos hacer con eso, se puede llegar a más unión en la comunidad. Para mí, nos falta unión”, sostuvo Vuelo, en diálogo con La lengua. 

Lasalvia agregó que es importante “entender que es algo que todes podemos empezar a hablar y debatir, y que si cancelamos al estudio, va a seguir existiendo”. Para ellas es muy valioso generar consciencia y poner los temas en agenda, trabajar para dejar en claro, cuáles, cómo y cuándo son las situaciones violentas, porque “distinguir cuándo te están acosando, es la herramienta más poderosa”, aseguró  Sardo. 

Lasalvia destacó que “es una idea súper romántica de que entre nosotras nos podemos cuidar. También se detuvo en otro aspecto fundamental: “es necesario también un ente regulador que nos cuide como trabajadores, y nos capacite”, señaló. “Hay ahí una línea muy delgada entre el ‘puedo con todo’, ‘me siento poderosa’ y puedo hacer un evento para poder hablar, pero después no das más. Necesitamos tiempo y poder apoyarnos entre todes”, opinó Vuelo. 

¿Por qué un protocolo para la danza?

Belén Arendt, creadora de “Conexión Urbana Argentina”, plataforma que tiene como propósito buscar ser puente entre quienes son parte de la comunidad, quienes buscan integrarse, y aquellas personas que aún no la conocen, comenzó con la iniciativa de crear un protocolo de prevención contra la violencia de género. Esta propuesta nació, según ella, porque “vi la necesidad de que en las instituciones, en las compañías, y en los eventos de danzas, hubiera algo que guíe a los organizadores, directos, alumnes, estudiantes e intérpretes”, en la prevención y la intervención ante estas situaciones de violencia y de acoso.

Melisa García, de AboFem, comentó en conversación con Fixiones que los protocolos sirven para prevenir, e intervenir ante situaciones de violencia de género, en lugares como en centros culturales, instituciones, empresas y está dirigido al personal que trabaje allí. No reemplaza al Estado y, según García, para su correcta implementación y función, hay que centrarse en el contexto del mismo, teniendo en cuenta para quién está dirigido y dónde se piensa aplicar. Queens of Queens, y AFD, se sumaron a la planificación del protocolo, que se divide en dos: uno será para instituciones y compañías, y otro para eventos, y además estaría dividido en lo que sería prevención e intervención.

Cerrada la primera instancia de discusión, comenta Belén Arendt que “a partir de lo que es la Red Conexión Urbana Argentina  se van a armar mesas de trabajo, principalmente de forma online, para que bailarines puedan aportar. Primero van a recibir el proyecto por escrito en su correo, van a tener la oportunidad de leerlo y sumarse a las mesas de trabajo. La idea es que sea un proyecto a nivel colectivo en ese sentido, que la comunidad también lo pueda sentir también propio”.

Cuando esa etapa culmine, se enviaría a profesionales de distintas áreas –psicólogos, psicopedagogos, abogados, personas especializadas en género– para que puedan aportar su mirada. 

García comentó que para que el mismo funcione, y no sea solo “letra muerta”, se necesitan personas capacitadas, que se ocupen de su aplicación, que estudien y que se encarguen de concientizar en género también a las personas que forman parte del instituto donde se quiere implementar el protocolo, para que sean partícipes del mismo.

La última etapa para su implementación es la presentación en distintos municipios de las distintas provincias, para que las instituciones, en primera instancia, puedan probarlo de manera voluntaria. Una vez que ya haya sido probado y hecho las reformas necesarias, pasará a presentarse como “proyecto de ordenanza municipal”, en una instancia posterior, en cada distrito. 

Los espacios artísticos de danza, donde hay un parlante y música, no quedan exentos de violencia de género, no es un mundo aislado y es igual de grave. Ni el talento, ni la forma de enseñar, ni los mil justificativos, algunos más naturalizados que otros,  pueden darle pase libre a las  situaciones de violencia. Queda un trabajo arduo para concientizar, ya no son casos aislados.

 

 

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