jueves 25 abril, 2024

DESPUÉS DEL SOL

Por Pilar Molina

 

Aftersun es una película en la que, a simple vista, no pasa nada. La directora Charlote Wells nos presenta un escenario relajado: las vacaciones de un padre con su hija,  Calum (Paul Mescal) y Sophie (Frankie Corio), en un all inclusive venido a menos de Turquía, durante la década del noventa. Descansan, se meten al mar, toman tragos o jugos de fruta. Y hay sol, mucho sol. La ópera prima de Wells, guionista británica de 35 años, está basada en sus recuerdos y muestra la importancia del detalle. 

 

A fin de explicar la lógica de las estructuras psíquicas y siguiendo a su maestro Clerambault, Lacan postula que para saber de qué estamos hablando, es preciso mirar el detalle. Da allí el ejemplo del árbol, según el cual para saber de qué especie se trata, hay que mirar las nervaduras de sus hojas. Aftersun nos propone eso mismo: ver la escena en el fotograma. 

 

 

 

La mirada de Sophie es lo que va hilvanando la película. Sophie ve: ve la pubertad acercarse, ve su cuerpo y el de los demás, ve un beso, ve a su padre. Pareciera sentir la pesadez del descubrimiento de mirar y encontrarse viendo. Pesadez que registra en una cámara filmadora de cassettes que acompaña a los protagonistas en estas vacaciones.

 

Es el cumple de once de ella lo que motiva este viaje, según nos deja entender la película. Son once: 1 + 1. Número que forma una decena o forma un dos, pero que se obtiene de poner cerca a dos uno, de ponerlos en contigüidad. La suma de dos, de dos que se acompañan, de dos que se recuerdan y construyen recuerdos, de dos que se ven aun no queriendo mirar. Amelie Nothom escribe en Metafísica de los tubos: “¿Qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse a su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. Incluso podría decirse que pocas realidades existen hasta tal punto. ¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los ojos que no la poseen? Esta diferencia tiene un nombre: la vida. La vida comienza donde empieza la mirada”.

 

 

Under Pressure

 

A cuenta gotas, mientras nos dejamos llevar por los colores y las generalidades que suceden, está Calum. Ahí cuando no es posible soportarlo, él está. Él está hasta que lo perdemos de vista. De pronto la película nos despierta de ese letargo del all inclusive, casi al final. Lo vemos meterse al mar. La imagen se nos vuelve pixel. Él sale y nosotros, pareciera que no. Las escenas se resignifican. Los de alrededor, los espectadores, vemos el mar, a él lo vemos tarde, cuando ya salió. Lo vemos cuando el avión parte y Sophie lo ve en el recuerdo. Vemos la filmación, que va configurando el recuerdo. 

 

En una escena dividida por una pared de la habitación, Calum intenta sacarse el yeso de su brazo roto mientras Sophie, del otro lado, le habla. La película muestra en la sutileza de cada acto, en la sutileza de los detalles, en lo cotidiano, el estado de/presión que transita Calum. En otra escena Sophie le pregunta: “¿nunca te sientes cansado, deprimido, como si no te funcionaran los huesos, como si te hundieras?”, a lo que Calum responde “hemos venido a pasarla bien” y lanza un escupitajo con una furia que nos abre los ojos.

 

La depresión, cada vez más presente en la época, estado al que apunta la farmacología, es un estado que se acalla. Estado muchas veces producido por la presión, laboral, familiar, social, es lo que muestra Aftersun. La depresión aparece muchas veces como reverso al exitismo pretendido de la época, la de-presión como respuesta a los imperativos superyoicos, es decir, imperativos que indican un “deber ser” ficticio, irreal, inalcanzable y exigente. Hostil. Frente a las dificultades de la vida aparece un vacío; las dificultades de la vida exacerbadas por el régimen neoliberal se vuelven insoportables, llaman al coqueteo con la caída. El sujeto queda hundido, abismado. 

 

 

La pesadez de una vida demostrada en lo cotidiano, en unas vacaciones de disfrute y descanso. El malestar psicológico y el sufrimiento psíquico lejos de ser aquello bizarro, llamativo, de manicomios y asesinos seriales, muchas veces se ve así, como lo muestra Aftersun: tarde y en la superficie. No hace falta ir a la profundidad para ver el detalle: la película nos muestra eso, una superficie constante donde transcurre todo lo que quedará.

 

La película de Wells nos propone pensar en el otro y en lo otro, al tiempo de lo pasado, nos propone pensar en la importancia del detalle, de los detalles que, en suma, quedan escondidos en la memoria, la cuál a su tiempo y a modo de flashback, como muestra la cineasta en este film, va revelando lo visto.

 

Ver aquello que sucede mientras hay un karaoke, aquello que sucede mientras uno baila. Y tarde, otra vez, y después del sol, nos damos cuenta de aquello que suena ahí cuando el ruido desaparece: 

 

It’s the terror of knowing

What this world is about

Watching some good friends

Screaming: Let me out

Pray tomorrow gets me higher

Pressure on people, people on streets

 

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